La San Silvestre se caracteriza por ser una carrera benéfica muy poco competitiva y muy divertida por la cantidad de gente de todos los niveles que se presentan y muchos de ellos con disfraces, algunos con sus hijos o mascotas, a veces también disfrazadas.
Yo particularmente, me propuse utilizar esta carrera para probarme en una competición con mi fascitis eterna de mi pie derecho.Aproveché para completar un entrenamiento de 10 km haciendo previamente 4 km de calentamiento y después estirar un poco. Mientras estiraba, vi que faltaban sólo 5 minutos para empezar la carrera y fui rápidamente hacia el lugar de salida. Allí había tal cantidad de gente que era muy difícil colocarse en una buena posición, así que me coloqué lo más adelante posible.
Comienza la cuenta atrás y dan la salida. Como siempre en este tipo de carrera, una salida muy atropellada, y es que aunque es una carrera benéfica y poco competitiva como dije antes, deberían de corregir algunas cosas. Deberían de hacer dos grupos, los que vamos a correr y los que van a participar, de esa manera se evitaría tener que cambiar el ritmo, atropellar, esquivar a niños, perros y personas que van caminando que se sitúan en los primeros metros de salida cuando deberían estar más atrás y cada uno disfrutaría la carrera a su manera. Espero que en un futuro lo corrijan porque si no sería preferible que quitaran los dorsales y el crono, no tendría sentido.
Cuando me quité unos cuantos niños, padres caminando, perros, etc y pude girar desde Juan XXIII a Luis Doreste Silva, se mejoró la carrera notablemente, ya que es una carretera bastante ancha que permite mayor movimiento y esto hace que el trazado de este año sea mejor, ya que el de años anteriores parecía un embudo al llegar al pasar la calle Juan XXIII y seguir por León y Castillo.
Al llegar a la altura del teatro Pérez Galdós, hay un pequeño repecho y el sol dando de frente, un tramo corto pero duro que pasé sin problemas.
Cuando por fin dimos la vuelta en dirección a la meta notaba que estaba marcando muy buenos ritmos, a 4'30''.
En la recta final a falta de 2 km, veo que estoy genial y mantengo un ritmo a veces de 4'10'', llegando alguna vez a 3'50''.
Había un chico a mi lado que parecía picarse conmigo y como no me encontraba mal del todo con mi fascitis, decidí seguirle el juego. A falta de apenas 200 m, incremento la velocidad y un chico que venía por mi derecha, me adelanta yendo a tope. Yo, mirando mi pulsómetro y ver las pulsaciones al 103% no voy a darle más intensidad a la carrera, ya era suficiente para mí.
Llegada a meta tras 26'56'', con un tiempo medio de 4'29'' y la fascitis controlada.
Esta vez sólo nos dieron agua, no había naranjas o plátanos, algo que apetece realmente tomar cuando llegas a meta.
Terminé bastante optimista de cara a la media maratón de Gran Canaria del próximo 21 de enero, así que espero que la cosa siga así.
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